Oh gran Orfeo seduce pues mi cantar,
el sino mis ojos perdieron y las dislocadas
lagrimas de mi licantropía al olvido
echaron la extensión de mi danzar visceral;
Basto no me es el onírico recuerdo mimético,
necesito, que como Dionisos, poseyes mi
dolorido espíritu, que de el hagas un
noctambulo vampiro sediento de tinta.
Juan José Restrepo
10,08,10
martes, 10 de agosto de 2010
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