Una fúnebre noche el viento me susurró suave un secreto conocido: " No os desespereis en este gran abismo, calma tu sed y no bebas la espina del cactus, brinda con la media luna y conjura al sol que brillará con el canto de la sirena. Eres un pez en busca de un bello coral colorido". ¡Nooo...! nada de ello he logrado en este intacto pantano. Camino por la orilla temeroso de una bípeda lengua o de una ola aun mas turbulenta que la constante brisa de astillas punzantes. Nada ha saciado mi sed aún. Se ha evaporado mi apetito, me encierro en cada instante insólito. No soy un caminante, he perseguido mis huellas diluidas en la bruma del recuerdo olvidado.
Anoche conversé con un troco y me dijo entramado: la paz no es una tenue hoja ni un dulce pétalo, y silenció. Yo aullé derramado en lágrimas, sufriendo sin tangible motivación.
Hoy no he conversado con el sol ni con el cielo. Opacos mis ojos han vislumbrado una tenue luz aún. Corro sediento hacia ella, buscando la sombra de la que siempre hullo, allá lejos tras el ocúltimo horizonte. La montaña se mueve, y yo me conmuevo, lejos de su letargo. Tal vez la maldición.... no he aún maldecido lo suficiente !MALDITA! , postrado siempre ante ella como su eterno esclavo, siempre ante ella, sin hallar esfinges ni otros gatos. Me siento cansado, la tinta se desvanece entre mis carcomidas uñas. Me comeré los dedos, para no asir torpemente la desesperación . Encontraré un refugio donde moran mis esquivas esperanzas. Un tintineo acude aveces a mi tez, le escucho suavemente su murmuro recóndito. Quisiera convertirme en capullo y renacer. Vivir en el cielo y musitar la melodía que no he descifrado.
He sido ciego, lo se, la escarcha ha impregnado mis desgastados anteojos bípedos. He desgranado al espacio en vitrales agudos. Mis venas reposan cortadas entre esa sangre rosa y de nuevo hullo, ansioso de un devenir espeso. Sembraré un pistilo y su pólen mis ojos absortos contemplarán tranquilos. Así viviré.

Jose Manuel.