La piel, de todas
la indomada.
Tersa, suave, ruda y delicada.
Las mañas que en tu cuna has aprendido
me revelan calidez al desenvolverte.
Te observo al bailar y me detono
me deformo interiormente, en que me apoyo?
Imagino infantiles menesteres
al husmear entre, tus pliegues, tus niveles.
Un acento pardo e imponente
una voz que hierve y me mantiene,
encendido ser entre inocencias,
me perderé, entre estas, para mí
apariencias.
Al lamer tu espalda de corrido,
( Un espacio que recorro entre mil sueños )
Un sabor salobre reconozco
Al cerrar los ojos me sumerjo, quedo extraviado
en tu contorno.
Es un océano apacible y reposado
Translúcidas aguas, colores estupendos;
coralinas formas me apacentan
deseoso de ahogar mi ser en el tuyo eterno.
Andrés Yarce Botero
martes, 5 de octubre de 2010
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