Con algo de paranoia últimamente, pues se que me persiguen es obvio, nadie ha revelado una verdad tan importante como la que yo poseo entre mi escondite secreto, los que lo conocen saben que es de madera. Hace pocos días un complot para develarlo comenzó. Una pareja y dos supuestos hermanos alquilaron el apartamento que estaba desocupado justo en frente del que da a mi ventana. Creían que yo no sabía quiénes eran ellos pero eran fáciles de identificar por sus movimientos entrecortados y bruscos por entre los resquicios de las cortinas y ese prender y apagar las luces de una manera intermitente. Brillaban las lentes de sus cámaras de alta resolución cuando las descuidaban contra la luz en dirección a mi habitación, todo lo estaban grabando pero como ya yo lo sabía, actuaba de la mejor manera que podía, siempre el mejor actor. Logre hacerme a unos binóculos yo también pero, eran astutos sin embargo, mis perseguidores, puesto que lo notaron y decidieron desocupar la casa para irse al parecer de descanso, ellos sabían que no podían ser identificados por su presa, ahora quien es la presa ahh cabrones AAA?.
El binocular desapareció misteriosamente, obvio también ellos lo robaron, al parecer tenían ya un elaborado contacto íntimo con mis familiares y algunos pocos conocidos, Sabían que me vendía el de la tienda del barrio pues lo habían sobornado, yo sabía que ese hijueputa era un vendido.
Planeaba cada una de mis acciones, ellos jamás obtendrían lo que buscaban, una noche mientras yo los miraba por un huequito entre las cortinas parecíamos conocernos pues era como si jugáramos; uno prendía la luz, otro la apagaba y viceversa por el espacio alrededor de 2 horas. Sufrí pues comprendí que ya era muy tarde. Era una señal de victoria de su parte, me querían decir esa noche que ya habían permeado todo mi medio que ya eran parte de él. Mis esfuerzos eran vanos, sabían a qué horas salía, que hacía, que prefería, como y porque y adonde caminaba, porque lo hacía y a consta de que.
Fue allí donde las medidas que tome tomaron una forma desmesurada, sin medida, sin patrón; no quería ya una persecución lógica, pues comprendí que en esos terrenos habían triunfado, pues su manera lógica deductiva de pensar era más eficaz que la mía y me antecedía. Así entonces mis maneras comenzaron a cambiar y a mi objeto ahora fue desvirtuar mi método.
Comenzaba vistiéndome de Cangry, luego de hipster y ahora rapero, seguido de hippie. Prontamente caminaba hacia atrás o de cabeza, orinaba donde me placía y defecaba en cualquier anden. Comenzaba hilarantes peleas en la calle y tomaba a todas horas la actitud más insospechada. Mis motilados variaron y aunque siempre había sido lampiño me deje crecer algo de bozo y una barba tenue. Un día era un estudioso papanatas y al otro un saltimbanqui alucinado. Vendía frutas y licuadoras como desnudo en ocasiones me paseaba por los parques en la noche.
Ellos sin embargo se percataron y comenzaron a elaborar en sus sedes de computo un poderoso algoritmo para predecir mi próxima acción como antes, y poder saber así que me traía entre manos, pero fundieron varias maquinas tratando de compilar tan intrincado código, incluso parecían que fueran a desistir, sin embargo allí fue cuando comenzó el peor episodio de mi vida. Se volvieron violentos y despiadados, comenzaron al parecer otro plan, uno más directo y concreto. Comenzaron a bombardear en las noches desde su casa hacia mi ventana con un nuevisisimo aparato de ondas silenciosas que jamás me permitía dormir; Me volteaba, me tapaba los oídos, me dopaba con cientos de pastillas pero los sonidos llegaban directo a mi cerebro calcinándolo y destrozando sus funciones; no pude salir ya más a la calle, mi batalla estaba perdida. Pensaba en la gran repercusión que tendría para el mundo lo que le sucedería en los próximos días, prontamente serian revelados los rollos fotográficos que tenia escondidos en mi habitación, ese el gran secreto que cambiarìa el giro de la humanidad, el sentido de giro de las estrellas, cualquier acontecer diario, las dirección de las mareas y vientos la solución final.

Andrés Yarce Botero