La idea del blog

La idea de este espacio ha surgido como una iniciativa de un grupo de amigos que ha girado siempre alrededor de la literatura y afines. Poco se espera de éste en un sentido vanidoso. Sólo se tiene por objeto tener un espacio de integración entre los amigos, para que se conserve por buen tiempo y se comparta como se ha hecho ya por otros medios, textos que cada uno siempre ha gustado de elaborar. Sin embargo dadas las nuevas y versátiles posibilidades de una herramienta como esta, no están de más las críticas y opiniones variadas.

Los Amigos

Los Amigos
Manuel, Yarce, Sebas ( El Poe ), Juan Esteban ( Divertido R.I.P) Juan José ( Juancho )

jueves, 11 de julio de 2013

Ayer me interpeló un borracho, el mismo que me dio esta libretica en la que hoy escribo.

-Hoy es el tiempo de morir desgraciado- me dijo.

-¿Cómo? ¿Es hoy mi tiempo de morir?- respondí mientras me paré del piso del metro donde me acostumbraba sentar mientras viajaba. Solía o suelo (no sé si escribo esto muerto o no), cuando no encuentro puesto, en el metro de mi ciudad, apoyar la espalda contra una de las paredes cercanas a la puerta y de esa manera dejarme caer mediante un brusco doblez de rodilla que tarde que temprano me las joderá (las rodillas), pero es que odiaba ir parado, además, quien dijo que no era yo el que le daba soporte a la estructura del tren al apoyar mi espalda contra este.

Esos muchachos, jóvenes policías, no eran sino verme en mi posición derramada y salían corriendo de donde fuera a hacerme parar, una emoción les regalaba yo en su estático devenir, nada o casi nada ocurre dentro de una de las estaciones del tren de mi ciudad, como añoraban los suicidas y las situaciones diferentes cada uno de esos muchachos de la honorabilísima policía nacional.

Como no le colaboraba yo a ese joven policía que me ordenaba ponerme de pie, sabía de su aburrido día, quizá era esa su acción heroica de la jornada, todo héroe merece una Pilsen (En mi ciudad se incita a todo niño desde muy pronto a ser un borrachín), Salud!!!


Entonces me paré y le respondí al borracho:

-Desde que uno está vivo cualquier tiempo está diseñado para morir, saca tu arma hijodeputa, saca tu sable so-cobarde, si no aceptas mi duelo, COBARDE con mayúscula en tu frente se marcará-.

En el momento recordé que había olvidado mi sable en el Carmen de Vib..., lo había dejado afilando donde los viejos Samuráis de la montaña, aquellos que de las rocas de la venerada montaña de taxnimochican sacan y forjan el mejor acero con los que se fabrican las mejores machetas de la región desde tiempos de upa. La mía ya no desmalezaba con efectividad es por eso que la había tenido que llevar a amolar. Que habría de hacer en ese momento yo, el borracho me había causado tal simpatía, me había tocado las fibras más sensibles, justo donde era y ya no podría rechazar ese duelo a muerte que se me plantaba adelante. No todos los días te proponen un duelo a muerte.

Su tufo era envidiable, su fisionomía enjuta me recordaba a ese degenerete de  Bukowski en los lupanares norteamericanos en sus peores tiempos.

-Entonces, uno de los dos morirá hoy- repetí mirándolo a los ojos altaneros, y la multitud del tren comenzó a inquietarse,- Desde que se está vivo cualquiera es el mejor momento para fenecer- pronuncié.

(Turiruriruuuuu turiru (fondo musical del viejo, el malo y el feo))

-Qué hace usted, además de ser un completo idiota- me preguntó.

-Por lo general hago lo posible dia tras dia para lograr parecerme a gente como usted fanfarrón, como ha quedado tu madre en la mañana, salí de casa sin despedirme- ya se me subía lo irritable y quería herirlo con mis palabras de alguna manera.

Nos miramos a los ojos y la energía de esa batalla contagió a unos cuanto. Dos personajes sacaban de a luka (billete de mil pesos) para apostar por el mejor gallo, otros más prudentes se alejaban de ese espacio que había elegido el destino para un duelo a muerte. Otra gusano sacaba su celular para grabar, llegaría a su casa a colgar el video con alguna frase llamativa en eso del culto a sí mismo que se conoce como el Faisbook.

La mirada de borracho se había aguzado, sus pupilas dilatadas, y las venitas alrededor de estas rebotaban llenas de sangre desde que había arrojado mi último comentario lleno de veneno acerca de su madre. Oféndele la madre a cualquiera y de esa siembra recogerás un verdadero enemigo decia una inscripción en el bar del condado gitano donde solía mis fin de semanas ir a suavizarme un poco.
Solamente faltaba una bola de heno que pasara entre nosotros y un par de gallinazos que volaran muy alto avizorando la muerte en la cercanía, como estaría orgulloso el viejo "Rubio" (Apodo de Clint Eastwood en alguna de sus películas en los60) de esta majestuosa escena vaquera.

-Que es lo que haces tú- el borracho inquirió.

-Antes que todo desgraciado, mi nombre: Andrés Garza Loquero, mucho gusto, vendedor de ilusiones, pongo satélites en el espacio también, reconocido timador del lado occidental del rio Medellín- respondí

-Otrabanda? eres Andrés de Otrabanda?- cambió la cara del alcoholizado personaje al darse cuenta a quien había perturbado. Andrés, aquel que daba vida a las leyendas, el tirador más aguzado del valle de los aburraes. Dice la leyenda que al ver de chico el cuento de los hermanos Grimm el capítulo del zapatero que mató a siete moscas de un golpe, él se entrenó durante años para de un solo tiro matar 15 moscas alineadas en vuelo, de un solo tiro imagínense todos. Sobrino político del loco de la pescadería de la plaza de la región, aquel que se enfrentó a los ladrones de la cercanía en aquella oportunidad (Preguntar por el cuento de vaqueros numero 1).

Era alguien tan renombrado en el bajo mundo que al borracho en el acto se le bajo la borrachera como si se hubiera lanzado un pase de eso que hizo rico a medio país en los 80s, (de esos que te cagas tío).

-Discúlpeme por dios, disculpe haberlo molestado caballero, no sabía quién era , lo siento mucho, tengo familia, dos críos y dos gatos, que le parece unas copas, mire tengo aquí chirrinchi y tapetusa si usted desea, o mire que tal esta libretica que me he ganado en una rifa en el taller de motos donde trabajo, no la quisiera usted?-

Necesitaba una libretica hace rato por eso la cogí de su mano y lo mire fulminantemente por última vez, el palideció aún mas. Yo había llegado a la estación, para mí final del recorrido, me volteé para bajarme del tren dandole la espalda. Le di la espalda!, entonces fallé, y, TAS!!. Un atronador ruido se escuchó en la estación San Antoiné.

Nunca supe al final si este cuento lo escribí muerto o no.


Andrés Yarce Botero

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