No pude contener mi fronte ante ti, Oh presencia inmaculada; He querido redimirme bajo los improperios que oprobiosamente me dirigió el medio estético en el que tu te vanaglorias al desenvolverte. Decías miedo y te creí, fue un necio intento para aplacar mi aguda manera de mortificarme; Así suavizaba y de momentos interrumpía mi tormento pues a lo menos tenia esa justificacion que me brindabas. Pero paso el tiempo y mientras estaba alcanzando unos únicos puntos climax en mi difuso concepto de felicidad, tropezè de nuevo y me hallè otra vez en
la oscura morada donde me azotaba el remordimiento; Tanto que injurié la tendencia esa de remorderse, tanto que se la critiqué a mis otros, hallome de nuevo aquí asfixiado, atado con tu firme mordaza, pensándote y repensando lo que hice que, ingenuamente me permitiò engañarme y sepultarme aùn mas hondo en esta austera posición. Como no me di cuenta? Como confié en un cambio en una nueva posibilidad?. Cuando manifestaste inseguridad se desvaneció aquella luz de cegadora intensidad que totalmente nada a mi frente dejaba ver; Comprendi el juego del que no fui víctima si no participe, lo se ya que por mas hábil que parecías, no pronosticabas nada, solo obrabas mediante tu proceder inculcado, fui yo el inhabilitado para reaccionar.

Andrés Yarce Botero