Estoy en una
batalla. Miento, es una guerra. Soy el Tirano o el Perseguidor
conocido por otros en este Valle de Lagrimas. La tierra negra carga
la muerte, ese ciclo fértil que no es más que una negativa a la
vida.
Entre mis
hortalizas crecen tréboles en la época de mayor cantidad de agua.
Adoptar la
posición en cunclillas de la que muchos dicen me dañará
prontamente las rodillas, pero a mi me ha hecho alcanzar un mundo.
Uno a uno los jalono, se desprenden fácil, no gritan, pero yo si
siento que la tierra crepida.
Un espasmo ligero
a la primera, un temblorsito que no aflora, un comunicarse entre
siluetas que la cursiva comparsa acompaña.
Si en un
estadista me convierto al ponerme esas gafas que cuadradas ven el
mundo calcularía la victoria ineludible de ellos para este humano
que les dio batalla.
La matica de
cidrón está tupida debido a un musgo que poco a poco la esta
tapando toda para no dejarla ver de mi. Una lucha que ha caído en
los resbalosos caminos de la estética, ya no buscando un fín
heroico, peleando contra el paisaje, lamentándose al no poder
del todo distribuirlo.
Andrés Yarce Botero