Las plántulas desde
pequeñas, cada una con su personalidad. Se rebelan desde chicas y como lagartos
se contorsionan, hasta alcanzar su propia naturaleza.
El apio es lento, necesita
paciencia y mantenerlo alejado de la que uno considera maleza que todo lo
quiere gobernar apabullando.
Sembrarlo en manada, que se
protejan ellos así mismo al crecer hacia el mundo envolatado por su cercanía.
Dame un punto de apoyo y
moveré el mundo decía un borracho, yo tan solo necesito de una gambia para
moldear el paisaje.
De cada golpe a tierra mi
energía se divide entregando en retorno un poco a los esfuerzos ancestrales.
Soy patrono de las causas
perdidas, riendo del cosmos y de cualquier proceder, tan solo es que vivo desvirtuando el método, con
la que se envalentona desde la lógica cualquier serafín.
Andres Yarce Botero
jueves, 18 de abril de 2013
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