De la manera como comienza la tragedia de un adicto Hedonista.

Encuéntrome aquí, solo de nuevo, ávido de su fatal y cálida compañía. Me hallaba algo indispuesto y algo desesperado, ya que no encontraba mayor cosa que hacer en mi pequeña habitación; rebotaba de un lado al otro de mi cabeza la discusión que tuve en casa con una compañera el día anterior; ella hacia alusión a un hecho sacado a colasión en la novela " Humillados y Ofendidos " de F.D. en el cual el protagonista, en los primeros párrafos afirma que: " en pequeñas habitaciones las ideas son estrechas " o algo así. Pensaba bastante en esto, ¡y sí que eran estrechas mis ideas!, por ellas solo transcurrían palabras como Heroína - Placer - Inmediatez - Necesidad entre otras palabras parecidas, todas aludiendo al hecho de pararme de allí y hacer lo que fuese necesario para buscarla. ¿Pero buscarla cómo?, cuando el cuerpo no te obedece de buena gana y, pareciese que todos y cada uno de los músculos estuviesen amainados para rebotar mis ordenes y la flaqueza y el desasosiego me dominacen.

No quisiera parecer jamás esto a un relato de Burroughs, otro ser vitroso embotado por la heroína, pero es un imposible casi que me pidáis aquello, pues los dos, solo sabemos hacer las dos cosas que nos dan razón de existir y contrapeso de ideas, Escribir y Consumir.

Es así como, luego de un sin número de esfuerzos, despego (cazaré dragones si se me atraviesan) del lecho que me soporta y dando tumbos me incorporo y alisto todo lo necesario para "subir", huir de aquí. En ultimas, estos, mis deseos, son primarios totalmente, como lo son mear, defecar, penetrar una dama entre otros, por lo cual, y no es coincidencia, si no por rigor, el método de suprimirlos también lo es y por eso al maquinar todo lo necesario para que salga bien la melodía, choco con una realidad estentórea que no gusta de suprimir los placeres primarios con un proceder directo, ésta gusta de pavonearse ante estos estoicamente; dar vueltas alrededor del meollo y atacar. Todo esto con una mesura y un sometimiento tal a las reglas de lo cotidiano que, mi prontitud por lo que necesito es un atropeyo a todos esos paradigmas de lo que se hace bien en lo social.

Avanzo con dificultad a encontrarme con mi madre de la cual espero algún dinero... ; aquí es donde me apresuro con mi necesidad de una manera disonante pues sin mayor preámbulo lo pido; siempre preparando un discurso que distraiga mis intenciones, mi finalidad. Lo consigo sin mayor esfuerzo, es más, sin necesidad de mentir y me subo a ese Circular Coonatra (conocida ruta de bus en medellin por su marañoso recorrido) ya con otro semblante, aun la agonía física me invade, pero hay ya satisfacción psicológica al saber que se tiene ya tocada la puntica de la muerte pues ya se tiene dinero; el fin de mi conducta hedonista se acerca, la finalidad, el placer inmediato.

Andrés Yarce Botero.