que había sido plantado por él,
hombre de largos cabellos
que solo de noches se ve recorrer.
Son sus pesadillas angustiosas
pero el fervor tan argentado,
que se desplazan mansas las montañas
al pedir únicamente como niños.
Su vista es la que recorre
pues su antiguo cuerpo no avanza
- Para vivir solo necesito- decía
-Un tris de espacio y tiempo en una balanza-.
De fortalezas múltiples como el Algarrobo
y una energía proveniente de la Maca
las alegrías que brotan propias del Amaranto
que magicamente llegan provenientes de confines alejados.
En espigas encorvadas crecen de,
distintos y diversos colores
granos y energías se compactan,
para servirse absorbidas por el paisaje.
Andrés Yarce Botero